Esta historieta, seguramente publicada por la revista
D'Artagnan, de la editorial
Columba, debe ser la primera que cayó en mis manos, allá a fines de los
60 o comienzos de los
70, de esta dupla insuperable:
Robin Wood y
Lito Fernández en su mejor momento. ¡Ni soñaba con llegar a conocerlos, por ese entonces! Recuerdo que me impresionó todo: el dramatismo del guión, la humanidad de los personajes, la maestría del claroscuro... todo junto creaba un clima de tragedia que marcaba una gran diferencia con las historietas argentinas. yanquis o europeas que uno estaba acostumbrado a leer.
Con Robin en el siglo XXI
Claro: los años y la historia pasarían y uno se fue enterando de muchas cosas. Una de las primeras sorpresas que tuve al leer
El Espía que Volvió del Frío, fue ver cuánto de esa gran novela de
Le Carré tenía esta historieta, sin ser una copia. El pesado clima de
Guerra Fría, el Muro, los comunistas
"malísimos", los
"buenos" occidentales,... Guiones como estos eran parte de esa guerra, ahora lo veo. El paso del tiempo nos ha abierto los ojos y ya los ingleses no son tan
"buenos" ni los rusos tan
"malos".
Con Lito y esposa en los 90.
Pero la magia de esta historieta sigue... ¿Cuál es el misterio?... ¿El talento de los creadores, la calidad del relato, la fascinación que ejercen las imágenes descarnadas, el frío de
Berlín que parece sentirse todavía en la piel?... En fin, una historieta que me enseñó mucho, me mostró caminos a seguir n la narración y el dibujo, y que hoy,
"después de larga ausencia" por aquí, quería compartir contigo, caminante hipotético y desconocido del espacio virtual:
Posdata: El amigo coleccionista, investigador y abnegado restaurador de historietas perteneciente al grupo
Woodiana, Rubén Ribeiro, me ha hecho llegar los datos de esta historieta, que para mí surgía misteriosa del túnel del tiempo, y ahora pierde la extraña fascinación de lo ignorado, pero ganamos en precisión:
"Este es el episodio 50 de Dennis Martin y Grace Henrichsen. Se publicó en D'Artagnan Nº 239 en Octubre de 1970."
¡Muchísimas gracias, Rubén!